(“¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”

[Juan_1:46]). El Señor Jesús fue conocido como “el hijo del carpintero” (Mateo_13:55; Mar_6:3)



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domingo, 29 de julio de 2012

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Rom 2:1
El justo juicio de Dios
Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas.
Rom 2:2 Ahora bien, sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas se basa en la verdad.
Rom 2:3 ¿Piensas entonces que vas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargo haces lo mismo que ellos?
Rom 2:4 ¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?
Rom 2:5 Pero por tu obstinación y por tu corazón empedernido sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio.
Rom 2:6 Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras».[a]
Rom 2:7 Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad.
Rom 2:8 Pero los que por egoísmo rechazan la verdad para aferrarse a la maldad, recibirán el gran castigo de Dios.
Rom 2:9 Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen el mal, los judíos primeramente, y también los gentiles;
Rom 2:10 pero gloria, honor y paz para todos los que hacen el bien, los judíos primeramente, y también los gentiles.
Rom 2:11 Porque con Dios no hay favoritismos.
Rom 2:12 Todos los que han pecado sin conocer la ley, también perecerán sin la ley; y todos los que han pecado conociendo la ley, por la ley serán juzgados.
Rom 2:13 Porque Dios no considera justos a los que oyen la ley sino a los que la cumplen.
Rom 2:14 De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige,[b] ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley.
Rom 2:15 Éstos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan.
Rom 2:16 Así sucederá el día en que, por medio de Jesucristo, Dios juzgará los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio.
Rom 2:17
Los judíos y la ley
Ahora bien, tú que llevas el nombre de judío; que dependes de la ley y te jactas de tu relación con Dios;
Rom 2:18 que conoces su voluntad y sabes discernir lo que es mejor porque eres instruido por la ley;
Rom 2:19 que estás convencido de ser guía de los ciegos y luz de los que están en la oscuridad,
Rom 2:20 instructor de los ignorantes, maestro de los sencillos, pues tienes en la ley la esencia misma del conocimiento y de la verdad;
Rom 2:21 en fin, tú que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas contra el robo, ¿robas?
Rom 2:22 Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que aborreces a los ídolos, ¿robas de sus templos?
Rom 2:23 Tú que te jactas de la ley, ¿deshonras a Dios quebrantando la ley?
Rom 2:24 Así está escrito: «Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los gentiles.»[c]
Rom 2:25 La circuncisión tiene valor si observas la ley; pero si la quebrantas, vienes a ser como un incircunciso.
Rom 2:26 Por lo tanto, si los gentiles cumplen[d] los requisitos de la ley, ¿no se les considerará como si estuvieran circuncidados?
Rom 2:27 El que no está físicamente circuncidado, pero obedece la ley, te condenará a ti que, a pesar de tener el mandamiento escrito[e] y la circuncisión, quebrantas la ley.
Rom 2:28 Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo.
Rom 2:29 El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente.

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